16.11.10

LA CENIZA POBLADA, POEMA II


siempre el istmo
que nos destroza la lejanía
se parece a tu cuello
amplio y delgado

ni brumas epifitas
se cuelgan a su paso,
es poderio del sol y el fuego
pero su abatimiento brilla
sin luz de lucienaga

tiene vida propia
tanto como una planta
o una culebra

es tu cuello
un istmo
que me separa de tu boca
como una pista o acertijo
más como un peldaño
desde el crepusculo.

es firme,
mi boca lo recorre
como viento
entre las dunas
seudo estériles,
este viento es dos orillas
que separan tu risa y los placeres

tú, miríada de espejismos frente al puente.
La palabra en tu cuello dice: besame.

11.11.10

LA CENIZA POBLADA


Estallemos nuestra alegría entre frágiles sombras y entre las luces más furtivas, como un rosal, tal vez, como una espina o un pétalo.


y naciste
y fuiste frágil
y la risa que hería
fue una rosa
en el suelo, otra palabra incrustada,
otra melodía
que bajaba
de la montaña;

la montaña
que era
otra rosa
en aquellos
paisajes de fuego
monótonos, jamás,
tal vez, de ti una nueva creación
mujer,
entre aquellas cosas
que quisiera olvidar
no está el olor de tu cuello
ni la risa de los sauces
que escucharon
los susurros
de nuestros corazones,
latiendo
cual feroces rocas vivas
frente a la playa
de nuestras conquistas
tú y yo
mujer,
tal vez una montaña
tal vez una risa,
tal vez otro dolor,
tú y yo mujer
ese lugar
que se perdió
tan pronto,
¿donde dejamos
nuestro canto
como un nido
posado
en el aire?
y las ramas solitarias
una necedad de dejarnos solos
¡hay! Tal vez fuimos uno
antes de todo.
Ni siquiera el alba nos tocaba tan pronto.